«Ana por la ventana»: un tesoro bajo la lluvia que puede cambiarlo todo.

En “Ana por la ventana”, una mujer marcada por mandatos y rutinas descubre, en una mañana lluviosa, un pequeño tesoro que se convierte en el punto de partida de un viaje de autodescubrimiento. La obra propone una mirada sensible y emocionante sobre la posibilidad de cambiar el rumbo de la vida

La obra se presenta los viernes 22:30 hs en el Camarín de las Musas haciendo su regreso en esta nueva temporada. Y desde El Walkman hablamos en exclusiva con Carla Pandolfi -protagonista del unipersonal- para conocer más sobre esta emotiva historia que nos invita a salir de la zona de confort para sumergirnos en lo más profundo de nuestro ser. Enteráte de todo a continuación.


Un pequeño tesoro: la busqueda de lo nuevo.

Ana por la ventana, es de esos títulos teatrales que al principio cuesta sacar la ficha de con qué nos podemos llegar a cruzar en el medio. Nos preguntamos «¿Será algo fuera de los parámetros o no?», «¿Será algo que nos deje que hablar post función?» y así muchas cuestiones más. Por su parte, Carla Pandolfi -quién le da vida a Ana-, nos fue contando como se fue desarrollando la obra, el personaje, para formar este unipersonal que deja muchas emociones al descubierto.

Ana es un personaje que es bastante camaleónico en el sentido de que cualquiera podría ser ella también. No solamente una mujer, en este caso, podría pasar lo que atraviesa y va atravesando ella; también puede ser bien sentido por un hombre —en cualquier trayecto de la vida—. Si bien está enmarcado en ese momento de cambio para ella, alrededor de la edad que tengo yo, que soy la que lo interpreto, me parece que vale para cualquier instancia de la vida, porque justamente ese hallazgo que ella tiene, ese día, es muy simbólico. Siento que todos en algún momento atravesamos por una situación parecida: detenernos un segundo ante la rutina y algo se presenta de una manera, el significado de eso rebota de una forma que te hace mirar con otra perspectiva todo lo que venía ocurriendo hasta ese momento, y la posibilidad de lanzarse, de arrojarse hacia un cambio, me parece espectacular.

Uno resignifica las cosas que le van ocurriendo, y más hoy por hoy. Hay algo tan instalado en el enojo, en el odio, en la bronca —en lo que le pasaba un poco el colectivero con ella y así todo—, porque es una persona que también tiene sus sentimientos, también tiene ganas de decirle de todo, pero hay algo superior que ella trata de capitalizar y la va llevando a todos esos lugares.

Me parece que muestra un recorrido de la psiquis en ese momento que es muy espectacular. Es como compartir con el público todos los pasajes, todos sus pensamientos. Se muestra totalmente frágil y vulnerable, pero no deja de perder humor ante las situaciones.

Y va desentrañando ese conflicto que le genera toda esa situación y arriba a un lugar que, para ella, para su circunstancia de vida, es muy superador. Me parece que se trata de eso: que cada uno podamos hacer la catarsis y pasarlo por el filtro que estemos atravesando, y no dejarnos a veces ganar únicamente por lo emocional. No tratar de ir como… bueno, es difícil el ir surfeando un poco las emociones que tenemos cada uno por las circunstancias de vida que llevamos.

Pero me parece que lo importante de Ana por la ventana está marcado en la detención, en la escucha, en darse ese tiempo y ese lugar, la posibilidad de animarse a un cambio, y sin idealizar la transformación ni el arriesgarse, sino animarse. Me parece que esa es la clave.

En escena, Carla Pandolfi (Ana). PH: Nacho Lunadei, foto cortesía Susan Lonetti.

Ella lo va construyendo un poco a medida que va avanzando en esas decisiones. Me parece que eso también es muy lindo de marcar: uno va transitando la vida y va viviendo lo que vive en base a las decisiones que va tomando.

No estoy diciendo nada nuevo, pero me parece que la obra representa claramente eso. Cuando hablamos de eso, decimos: «bueno, ¿pero qué es eso?» y la gente sale muy atravesada por eso. Es como, yo siento que tienen como un impulso positivo que queda con la obra.

Es muy bonito que la obra desprende el texto de Alfredo Allende y bajo la dirección de Alberto Lecchi, que son mis dos compañeros con los que nos embarcamos en esta obra, de poder transitar.


– Creo que todos los personajes que uno va interpretando y va componiendo, siempre hay algo que resuena mucho que es en esa primera lectura con el material. En mí caso, había algo que me capturaba y no lo terminé de entender bien qué era hasta que estuve haciendo las funciones.

Y te diría que cada vez que pasa un viernes, algo nuevo aparece, algún otro significado aparece, porque justamente es una obra que va acompañada de cierta transformación que uno como actriz va teniendo. Y bueno, después, obviamente, hay muchas cosas de sus pasajes que en lo personal me resuena mucho esa posibilidad de sentir que hay algo diferente que ella siente que quiere transitar, o algún espacio en donde no está siendo tan feliz y quiere tomar el riesgo de intentar otra cosa para buscar esa felicidad. La felicidad no tiene que ver con algo eterno ni sostenido en el tiempo, son pequeños momentos donde uno decide pasarla bien.

Pero bueno, también Ana se mira mucho hacia adentro y es bastante autocrítica con ella -eso es lindo también- no es que está todo el tiempo observando al otro y ni responsabilizándolo ni culpabilizándolo. Me parece que ella parte de cómo ella se enfrenta -refiriendose a Ana- a sus propias circunstancias de vida, de cómo ella está, cómo resuena con esas cosas.

En escena, Carla Pandolfi (Ana). PH: Nacho Lunadei, foto cortesía Susan Lonetti.

Obviamente que hay un momento en donde ella dice: “la conducta impecable de esta nueva Ana”. Ella también es muy autoexigente con ella. Y, a medida que la obra transcurre, va permitiéndose darse cuenta de que no es todo como tal vez lo pensó en su momento, que también dejarse atravesar por esas faltas, por esos lugares de no ser así tan como entendió que podía llegar a ser, me parece que la van nutriendo y la van sacando adelante. A mí hay muchos de esos momentos de la obra que son súper resonadores para mí, en un momento de muchos cambios, de muchas transformaciones. Así que el texto me gustó, me gusta, me parece muy, muy potente en ese aspecto.

—Continuando un poco con el desarrollo del personaje de Ana y los distintos factores que hacen de la obra un constante resonar en la acción, Carla nos dejaba en claro lo siguiente:

—Me parece que todo el recorrido que hace la pieza por esa situación que ella vive, ese día de lluvia que la lleva un poco a mirarse muy para adentro como nunca antes se había animado a hacer, y descubre esto, descubre otra persona que habita también en ella. Pero también creo que la posibilidad de animarse a vivirla y a transitarla es lo que le genera todos los cambios que después va contando en la obra.

Pero me parece que al ser un drama con comedia -también- nos permite que el espectador reflexione y se sumerja junto con ella en esa empatía que le genera su conflicto y la acompañe de una manera en particular. Siento que la gente no es que se va con un dramón, sino que va padeciendo su situación gracias a esa, digamos, transparencia que ella tiene en su fragilidad. Y ahí es donde el personaje gana con respecto a que el público la entienda y la comprenda. Entonces, eso me parece muy lindo y no pretende ser una heroína ni mucho menos, Ana.

Justamente me parece que esos lugares de extrema vulnerabilidad y no de victimización nos permite también encontrar un tono muy lindo en la obra.


Desde el inicio: la previa al estreno

-El proyecto me lo ofrece Alberto Lecchi, director de la obra. Él ya venía con las ganas de hacer este trabajo, tenía este texto, me lo comparte y yo lo leo. A mí el texto me gustó desde el minuto 1, pero, bueno, me generaba un poco de desafío el hecho de hacer un unipersonal.

Esta es mí primera experiencia así que, bueno, pensándolo un poco y viendo algunas situaciones con las cuales yo me tenía que enfrentar, surge la idea y la propuesta. Y ensayamos dos meses y nos metimos a hacer la obra en El Camarín de las Musas.

-Con el autor –Alfredo Allende– obviamente que a mí me interesaba mucho entender primero desde dónde él había escrito eso, qué lo motivó, entender un poquito ese recorrido como para también tratar de pelotear entre los dos un poco lo que me había pasado a mí, que siempre hay una interpretación distinta. Yo resueno de alguna manera y Alfredo en ese aspecto fue muy generoso porque -al contrario- me escuchó más a mí que lo que después me terminó contando.

Me parece que es un material que tiene una plasticidad muy interesante en base a quién lo vaya a interpretar. Y eso me parece que habla primero de una generosidad del autor con respecto a que el sentido se lo das vos. Él estaba siempre como muy asombrado de esto, como de las cosas que yo le iba encontrando y descubriendo y los sentidos que le íbamos dando en la apuesta junto con Alberto (Lecchi). Y después, en los ensayos, Alberto ya también tenía una propuesta escenográfica y él quería verla transitar. Después veíamos juntos cómo iba a ser ese tránsito porque lo que tiene desafiante y lo muy personal es que al ser vos la única persona que está en escena, la atención, y renovarle todo el tiempo la energía a la gente para que no deje de verte y de estar enganchado en la historia y que yo te pueda un poco mostrar la cantidad de imágenes que tiene el texto, porque es impresionante la cantidad de imágenes que desprende.

Ese era el mayor desafío, obviamente, después dar en los momentos precisos con las emociones que hay que transitar, los matices y todo. Sabíamos que iba a ser un desafío, pero, íbamos agarrando así, cada ensayo nos poníamos como objetivo de 2 o 3 páginas, e ir avanzando hacia eso. Después iba cobrando otros sentidos, encontrábamos algo en el ritmo, en los movimientos. Yo le decía a Alberto que sentía que no estaba haciendo nada y él se reía, me decía: «Carla, no paras de hacer cosas, no paras moverte». Bueno, y encontrar eso es un trabajo donde también la inseguridad que, por lo general, tenemos todos en lo que hacemos, en nuestro trabajo y, sobre todo, en el ámbito de la actuación -que hay una exposición tan grande- uno se facilita tanto en lo que es confiar y tenerse fé todo el tiempo, así que el proceso fue muy disfrutable.

-Creo que ese es uno de los grandes desafíos que tiene la obra es que la atención no decaiga nunca como objetivo personal. No quería que se ponga monótona, no quería que fuera solamente una narración. Hay algunas situaciones más peligrosas que tiene un unipersonal, pero, bueno, obviamente que a medida que uno lo va haciendo y va contactándose con ese público que tenemos cada viernes, va viendo cómo va resonando el material. Así que estamos contentos con las evoluciones que estamos teniendo.


La verdad que es súper agradable todo. Hay públicos más estruendosos porque se ríen mucho, hay públicos más silenciosos que lo viven desde un lugar mucho más íntimo y te das cuenta al final cuando aplauden y te van a saludar después cómo están con su estado. Pero la verdad que siempre la sensación que tenemos es que la recepción viene siendo muy agradable, muy llevadera, muy disfrutable. Así que eso nos alienta a seguir.

-Bueno, yo creo que darse la posibilidad hoy por hoy de ir al teatro ya es un planazo. Salir un poco ahí de la rutina de tanta pantalla y de tanto estímulo, conectarse con la actuación, que es una experiencia en vivo, es sensorial, abre como otros canales de comunicación y de sensaciones, me parece ya un planazo.

Y con respecto a nuestra obra, creo que es una propuesta muy emotiva, pero como te decía antes, un drama con comedia. Me parece que es muy entrañable, permite que vos reflexiones acerca de lugares de mucha ternura, de mucha fragilidad, que también a veces nos dan un poco de gracia y tiene una calidez la obra que siento que es muy linda, muy disfrutable para el público, es conmovedora, tiene ahí como una resonancia desde esos lugares que es lindo. Y también te da la posibilidad de hacer como un poquito una revisión para adentro, pero desde la construcción, desde algo que te vas a llevar algo como una especie de semillita que va a terminar germinando en algún momento con algo positivo.


«Ana por la ventana», se presenta los viernes 22:30hs en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960-CABA). Y podes conseguir tus entradas mediante ACÁ

📌 Ficha técnica – Ana por la ventana

Autor: Alfredo Allende
Actriz: Carla Pandolfi
Director: Alberto Lecchi

🎭 Equipo creativo

  • Iluminación: Claudio Del Bianco
  • Música original y sonido: Rafael Sucheras
  • Fotografía: Nacho Lunadei
  • Diseño: Nahuel Lamoglia
  • Vestuario: Analía Manouelian
  • Peinado: Estudio JOPA

🎬 Producción y asistencia

  • Asistencia de dirección: Martina Chiarullo y Zulema Villalonga
  • Producción artística: Pablo Silva
  • Producción ejecutiva: Ariana Aisenberg
  • Producción general: Juan Nicolás Broens
  • Redes: Nico Matías Urra
  • Prensa: Susan Lonetti

Duración: 60 minutos
📲 Instagram: @anaporlaventana.obra


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