Todos los que durante la niñez vimos Indiana Jones tuvimos la fantasía ser arqueólogos y leer el pasado para encontrar tesoros de mucho valor en el presente. Poniendo los pies en el suelo podemos entender que el periodismo permite hacer algo similar a la hora de revisitar el pasado , e incluso reconstruir una historia que se cree perdida, y esa es la historia que nos trae hoy.
Nicolás Igarzábal, es periodista, docente y escritor de larga data. Experto en reconstruir historias, editó títulos como «Cemento, el semillero del rock «(2015) un trabajo exhaustivo sobre uno de los lugares más importantes que tuvo el rock argentino, o «Grabado en Estudios Panda: Historias de una fábrica de hits» (1980-2020) donde repasa la historia del míticos estudio de grabación.


Algunas de las obras publicadas por Igarzábal en Gourmet Musical Ediciones
Fanático de Charly García, Igarzábal emprendió el arduo trabajo de reconstruir la historia la que es acaso su banda «tapada»: La Máquina de Hacer Pájaros.
La Máquina fue el primer proyecto de García post-Sui generis, acompañado por José Luis Fernández (Bajo), Oscar Moro (Batería) Gustavo Bazterrica (Guitarra) y Carlos Cutaia (Teclados), tenía un fuerte sonido de rock progresivo. Sin embargo con el paso de los años la banda quedo muy opacada por el éxito de Serú Girán y la exitosa carrera de Charly como solista. A diferencia de otros proyectos, esta banda que suele quedar olvidada por su naturaleza experimental y el poco registro de sus presentaciones.
Para rescatar la historia de La Máquina, en octubre de 2024, se publicó «La Maquina de Hacer Pájaros: Charly, el rock progresivo y la dictadura» donde a través de relatos de los propios integrantes de la banda la historia se reconstruye de una vez y para siempre.
–¿Por qué «La Máquina»?
–Hay muchos libros sobre Charly; yo tengo como 30 y todo un rincón de la biblioteca destinado a libros sobre Charly. Siempre tuve ganas de escribir algo sobre él, pero no me animaba porque sentía que ya estaba todo escrito. Entonces, empecé a pensar en cosas laterales, transversales: una época, algún disco en particular, una banda… Y pensé en La Máquina, porque no hay mucho escrito sobre ellos y es una banda que me gusta mucho.
Me pareció interesante escribir sobre la banda, como periodista, como fan de Charly y de la música en general, porque era una forma de arrojar luz sobre un grupo poco conocido. Había poca información más allá de los libros canónicos de Sergio Marchi o de Roque Di Pietro, que son los más completos. Incluso en esos textos había algunos huecos interesantes para explorar, y empecé por ahí. Fue un desafío meterme en los ‘70. Tengo otros libros ubicados en los ‘80 y los ‘90, por lo que mi investigación estaba bastante aceitada, pero esto de los ‘70 me parecía un buen reto para abordar.
–¿Por qué pensás que no se escribió tanto sobre esta banda?
–Por varios factores. Duró poco, solo dos años y sacaron apenas dos discos. Además, Charly nunca la reivindicó demasiado en sus shows; salvo algún que otro tema, no la tocaba mucho. Por ahí hacía una de Sui, una de Serú… De hecho, a Serú los reunió en el ‘92, a Sui Generis en el 2000, pero a La Máquina nunca la juntó.
Quedó como una especie de tesoro para los muy fanáticos. Además, pasó casi medio siglo desde entonces. Claro, también pasó mucho tiempo desde Sui Generis, pero es una banda más popular, con canciones que atravesaron generaciones, como «Canción para mi muerte» o «Rasguña las piedras». Tienen muchos himnos. En cambio, «La Máquina», por el tipo de música que hacían —más compleja, progresiva, con temas largos y enroscados— era más difícil que sonara en la radio.
Todo eso hizo que fuera una banda un poco olvidada, lo cual no tiene nada de malo; eso no le quita importancia. Justamente, el libro intentaba nivelar eso: hacerla un poco más conocida, difundirla a fondo y meterme en su historia.
–¿Cómo fue el proceso de investigación y cuánto tiempo te llevó?
–Creo que es el libro que más rápido escribí porque abarca solo dos años de historia de la banda. Además, ya tengo aceitado el método de investigación: contactos, hemerotecas, diarios. Fue el que hice más rápido, pero también el que más investigué. Me habrá llevado unos seis meses, menos de un año desde que tuve la idea.
Me parecía alocado y, a la vez, simpático pensar: “Un libro sobre La Máquina de Hacer Pájaros… ¿Quién haría esto?”. Eso me motivó mucho. Todos los obstáculos que había—la poca información, la distancia en el tiempo, el hecho de que Charly la haya reivindicado poco, las escasas declaraciones—me impulsaron a investigar más.
El proceso comenzó con lo básico: lo que circula en internet, como grabaciones piratas en vivo, y revistas como Pelo y Expreso Imaginario, que están digitalizadas. Pero después fui a la hemeroteca de la Biblioteca Nacional y empecé a buscar en diarios del interior. Llamé a redacciones de Tucumán, Rosario, Salta, donde habían tocado, y también investigué en Uruguay. En Uruguay encontré una reseña muy mala que decía “La Máquina de Hacer Pesos”, criticando a Charly y acusándolo de hacer música extranjerizante. Fue la única reseña negativa que encontré.
Después vinieron las entrevistas. Empecé con José Luis Fernández, que es el que más se acuerda porque era el más joven. Luego hablé con Cutaia y Bazterrica, pero ellos recuerdan menos. Y a Charly lo abordé desde archivo, porque me interesaba más lo que decía en ese momento que lo que podría decir hoy desde el recuerdo.

–¿Qué fue lo que más te sorprendió encontrar?
–Encontré perlitas que nadie tenía, como la reseña uruguaya que te mencioné antes. También descubrí una historia sobre un posible regreso de la banda que contó José Luis Fernández y de la que nunca se había hablado.
En el libro hay unas fotos inéditas de Miguel Grimberg donde están tocando, grabando y yendo a una parrilla. Eso también es lindo. Además, me confirmaron que Celeste Carballo canta en el disco, aunque no está acreditada.
Otro hallazgo fue que el último show de la banda no fue en el «Festival del Amor» en el Luna Park, como se creía, sino en Córdoba. Algunos libros decían que ese show se había suspendido, pero yo encontré que, aunque inicialmente se canceló, después se terminó haciendo. Incluso logré contactar al productor que lo confirmó.
Hay algunas cosas más, pero esas pequeñas joyas son las que los fanáticos más destacan, porque eran datos desconocidos o que estaban medio atados con alambre.
–¿Cómo fue combinar al Charly genio súper creativo con el Charly más humano que aparece en el libro?
–Era medio inevitable. La historia de la banda, el contexto político de la dictadura y el Charly más personal forman una conjunción de tres elementos inseparables. En ese momento, él estaba con María Rosa Yorio; de hecho, el primer disco está bastante relacionado con ella. Después conoce a Zoca y «Películas» está más empapado de su amor por ella. También en 1977 nace Migue. Por eso digo que era inevitable abordar su lado humano en el relato, que empieza con el final de Sui Generis, con un Charly que se resguarda y busca empezar un nuevo proyecto. En la revista Pelo encontré un recorte que decía que estaba armando una banda que, en un principio, podría haber sido un trío con un violinista.
Traté de retratar a ese Charly, incorporando algunas escenas domésticas del libro de María Rosa Yorio (Asesínenme), y preguntando a los músicos cómo lo veían: si lo sentían en rol de líder, qué energías tenía. José Luis Fernández me contó que Charly lo fue a buscar cuando él tenía 16 años y aún era bastante amateur, tocando en «Crucis». Cutaia ya era mayor, por lo que el trato era distinto. Moro, en cambio, venía de ser un histórico de «Los Gatos». Y Charly, en ese contexto, era el más famoso. También me interesaba ver cómo, a nivel humano, lograba encastrar todas esas piezas.
Para mí, en ese momento está en su pico de creatividad y producción musical, objetivamente hablando, por la cantidad de minutos que duraban los temas y el nivel de experimentación. Es un Charly en transición, en un cambio de piel hacia lo que después sería Serú Girán. Lo vemos en el rol de fan, viajando a Brasil para ver a «Genesis«, una banda que admiraba mucho, y cómo tiene la capacidad de tomar ese rock progresivo y traducirlo a lo porteño.
Traté de mezclar todas esas facetas para entender cómo se llega a cranear «La Máquina de Hacer Pájaros».
–¿Tuviste devolución de la banda después de que salió el libro?
–Sí, fue muy loco. A José Luis Fernández lo había entrevistado hace 10 o 15 años para una revistita under que tenía yo. Obviamente, no se acordaba, pero cuando lo contacté me volvió a citar en el mismo bar y todo. Le conté sobre el libro, le encantó y me dio muy buena data.
A Cutaia tampoco lo conocía en persona; solo habíamos hablado por teléfono una vez para una nota. Con el Vasco (Bazterrica) había tenido más contacto porque lo entrevisté para un documental de Joe Stefanolo (el abogado del rock), así que ya nos habíamos visto cara a cara. Pero, en general, todos me veían con este ímpetu y ganas de hacer un libro sobre ellos, con fotos, con material… Vieron que le ponía garra, y la recepción de su parte fue muy buena.
Cuando el libro salió, se sorprendieron porque lo publiqué apenas seis u ocho meses después de entrevistarlos, en el mismo año. No es que pasó mucho tiempo. Creo que ahí entendieron que no era un loquito que quería saber de la banda para ponerlo en su blog, sino que realmente había un libro, con fotos, con una editorial detrás y un trabajo serio.
La presentación fue en Lucille, en Palermo, con una charla en la que hice de mediador entre Cutaia y Fernández. Fue divertido porque no se veían hacía muchos años, y ambos me dijeron que les había gustado mucho el libro.
También le di un ejemplar a Tato, uno de los chicos que cuida a Charly García. Se lo entregó, y después me mandaron una foto de Charly con el libro. Eso fue lo mejor que me podía pasar. Fue muy emocionante todo el feedback y el círculo que se cerró con la publicación.
–¿Hay otra etapa de Charly que te interese como para hacer otro libro?
–Varias. No es una idea muy original porque prácticamente todas sus etapas ya fueron retratadas. Vi que hay un libro sobre «Yendo de la cama al living«, otro sobre «Clics modernos», así que pensé en hacer uno sobre «Piano Bar», que también se lo merece. El año pasado se cumplieron 40 años de ese disco y nadie lo hizo.
También me interesa la idea de escribir sobre sus discos más raros, sus bandas de sonido, sus discos piratas… Algo medio loco. Sería difícil, habría que encontrarle la vuelta. Me gusta mucho el período final de los ‘80 y quizás estaría bueno hablar sobre esa trilogía de discos.
No creo que haga otro libro de Charly García en sí, pero tal vez sobre algún show en particular. En un momento quería hacer algo sobre el recital de Serú Girán y Spinetta Jade en Obras, en agosto de 1980. No hay imágenes, solo el audio, y siempre lo repaso y pienso que debería contar la historia, hablar con los fanáticos que estuvieron ahí. Es un show súper importante, y desde adolescente me digo: «¡Qué loco, ese día se juntaron los dos en un escenario!».
Siempre pensé en hacer una reconstrucción o algo similar. No creo que lo haga ahora, pero si algún día encuentro la forma de hacer un libro sobre shows históricos de Charly, o sobre recitales de culto, sería una gran idea.
«La Maquina de Hacer Pájaros: Charly, el rock progresivo y la dictadura» esta a la venta en todas las librerías del país o vía la web de la editorial Gourmet Musical.
Si la nota te gustó dejános tu mail a continuación y suscribíte a El Walkman para no te perderte ninguna novedad






Deja un comentario