Hay obras que cuando se cierra el telón no terminan, se quedan con vos y te dejan algo en que pensar cuando salís del teatro. Dramaterapia es una de ellas: un musical que combina canciones, monólogos y coreografías para hablar de heridas, las muletillas que usamos como escudos improvisados y de cómo aprendemos a convivir con nosotros mismos. La obra, estrenó el domingo 14 de septiembre a las 20 hs en El Método Kairós y ya agotó sus dos primeras funciones.
En charla con El Walkman, Leo Camo director de la obra, cuenta cómo nació este proyecto, cómo fue dirigir un espectáculo que ya había actuado, y qué significa para él ver cómo cada intérprete le da vida a su propio personaje.
—¿Cómo surgió Dramaterapia?
Este proyecto lo hicimos con Fran Ruiz Barlett en 2019. A principio de año, como todos los años, uno empieza a pensar su año artístico y yo sabía que la segunda mitad iba a estar tranquila en términos de proyectos. Así que le dije: “Che, ¿hacemos Dramaterapia?”. Fran me dijo que sí, de una.
Pasaron los meses y a mitad de año sentí que era momento de apropiarme del proyecto y empezar a armarlo. Lo primero que hice fue llamar a Fran Abbondatti, el director musical, un pibe increíble, muy talentoso, para proponerle sumarse desde ese rol. La otra persona clave fue Cami Castillo, quien interpreta a Mónica 2, porque siempre tuvo el deseo latente de hacer esta obra. Hace unos dos meses y medio hicimos las audiciones. Se presentó mucha gente, alrededor de cien personas, y de esas elegimos este elenco maravilloso.
El 14 de septiembre estrenamos, justo dos meses después de empezar con los ensayos. Fueron dos meses intensos y veloces: trabajar con doce personas en tan poco tiempo es todo un desafío. Antes de empezar se sumaron como productores Matías Puricelli y Martina Maisterra, quienes ayudaron a resolver detalles logísticos y de producción. Ensayábamos domingos, lunes, miércoles y jueves a la noche, días complicados, pero el grupo tenía un deseo enorme de hacer teatro. Priorizar un ensayo un domingo al mediodía antes que un asado dice mucho de su compromiso, y contar con un equipo así es realmente impagable.

—¿Cómo fueron los ensayos y cómo trabajaron con el grupo y la música?
La obra tiene una dinámica que nos permitió hacer ensayos parciales, con dos o tres intérpretes a veces, porque trabajábamos un monólogo y cuando tuvimos que meterle a fondo a la grupalidad ya teníamos muy ganado lo musical y lo actoral. Además, hicimos un recorte de 9 personajes y el músico; con el tiempo, la obra empezó a pedir dos músicos más, percusión y otra guitarra, y fue un acierto.
—¿Cómo es pasar de actuar la obra a dirigirla?
Por un lado, fue más fácil porque conozco muy bien la obra, la hice: yo hacía el personaje de Miguel, de Seba Fernández, este chico medio aniñado. Tenía quizás 7 u 8 años menos que ahora y sentir que la conozco a fondo ayudó mucho a guiar los ensayos. Por otro lado, fue difícil despegarme de esa versión, de los cuerpos, voces e interpretaciones anteriores, porque en la dirección uno no puede proponer sin recibir primero la propuesta del intérprete. Las interpretaciones de estos actores fueron muy distintas a las que yo había vivido hace seis o siete años, y aprender a aceptar y acompañar esa nueva mirada fue un desafío.
Además, entendí algo clave: los personajes no tienen dueño, tienen vida propia. Miguel no es Miguel a través de mí ni a través de Sebi; mañana puede ser otro Miguel. Reconocer y acompañar eso es parte de la magia de armar el ensamble, que cada voz y cada cuerpo pueda aportar su verdad dentro del ritmo de la obra.
—Y hablando un poquito de los monólogos, ¿cuál es el que más te gusta desde tu rol de dirección?
A mí, el que más me gusta creo que es el de Mónica, ese monólogo que, no quiero spoilear, pero ese monólogo que habla ella de que es madre soltera y cómo carga con eso. Siento que es quizás el que más me gusta porque la estructura de la obra es el único monólogo realmente gran monólogo, que no está necesariamente guiado por ningún acorde ni por ningún golpe de percusión ni nada. Es ella contra el mundo diciendo su forma de ver el mundo.
En segundo lugar creo que el monólogo de Aníbal de la segunda escena, en donde empieza hablar de Boca y su amor por el club y de aquella vez que empatando con Independiente pudieron salir campeones igual, ese monólogo a mí me encanta.
—Anibal es un personaje que rompe de alguna manera la cuarta pared y tira comentarios que el público recibe y festeja sea del club que sea.
Sí, la obra coquetea mucho con romper y no la cuarta pared. Sobre todo Aníbal, que tiene mucho de eso, y la primera línea es de Ramiro, el músico-terapeuta que presenta la dinámica al público. Ese monólogo es complicado de procesar al principio, pero una vez que entrás en la obra, funciona perfecto. Es parte de la búsqueda: entender de qué va Dramaterapia como obra y como técnica para atravesar problemas y curar heridas.
—¿Cómo fue contar con Fran, el autor, en el rol de Ramiro durante los últimos días de ensayos y el estreno?
Bueno, en realidad el personaje de Ramiro lo va a hacer Fran Abondati, el director musical, que por razones personales no puede estar en estas primeras tres funciones. En la búsqueda de un Ramiro, le pregunté a Fran y me dijo que sí, que estaba disponible. Llegó en los últimos 15 días del proceso, sobre todo para dar un aluvión energético, que revitalizó todo, no porque la obra lo necesitara, sino por la intensidad de ensayar día tras día, entre fotos, reuniones y funciones; esos últimos días antes del estreno suelen ser agotadores. Su llegada hizo que fuéramos más motivados a la función que al ensayo, lo cual fue un empujón enorme.
Además, aportó mucho desde su mirada autoral. Fran es muy preciso con lo que escribe: si decide poner una palabra, está eligiendo no poner otra. En este último tramo, terminó de corregir detalles que estaban desajustados, ajustando algunas cosas que, desde mi interpretación como director, se habían ido un poco de lo que él quería originalmente. Y, por si fuera poco, es un músico increíble: hizo aportes desde lo musical y lo vocal, sumando ideas que le dieron a la obra la vuelta de rosca que necesitábamos para el estreno.
—Hablemos de la escena de las muletillas. ¿Cómo te impacta esa secuencia, que después se convierte en canción?
En primer lugar, esa escena para mí es fantástica, porque es muy fácil identificarse con Mónica 2. Que se llame Mónica 2 ya habla de estar detrás de una Mónica 1, pero además es un personaje con el que uno conecta enseguida: empezás a notar, a través de esa escena, cómo todos tenemos muletillas, pequeños escudos que usamos para comunicarnos.
Yo entiendo a Mónica 2 como alguien desganado para con la vida. Todos, en algún momento, nos levantamos para ir a trabajar, estudiar o sostener relaciones, incluso cuando no tenemos ganas. Esa mezcla de desgano y de hábitos de comunicación hace que la escena sea súper reconocible y humana; empatizás con ella al instante.
Y en particular, esta escena viene con una canción nueva: “Perdón, no sé nada”. No estaba en la temporada de 2019, surgió ahora durante los ensayos, en el ida y vuelta con Cami Castillo, quien interpreta a Mónica 2. Hablando con Fran, sentimos que podía aparecer de forma natural y decidimos incluirla. Un día me llegó un audio de 15 minutos de él explicándome y tocando la canción, y ahí supimos que iba a ser un fuego en escena. Es una lástima que no esté en Spotify; de hecho, hay dos canciones de la obra que no están disponibles: “Perdón, no sé nada” y la que canta Flavia en ese momento tan sutil y oscuro.
—Contáme cómo vivieron el post-estreno.
Fue hermoso, la recepción del público fue maravillosa. Todos los comentarios eran súper positivos. Nos quedamos a cenar, como ya es costumbre después de cada estreno con todo el grupo, y estábamos maravillados de cómo habían recibido la obra. Salió todo tan bien que no podíamos estar más contentos.
A nivel personal, después del estreno —domingo 14 a las 20 horas— lunes y martes dormí como mil horas, por lo menos. Había un agotamiento mental importante: uno no deja de imaginar mil escenarios posibles, que la gente no le guste, que algo falle, que se corte la luz, que los micrófonos fallen o que algún espectador se desmaye. Y cuando nada de eso sucede, uno se da cuenta de lo cansado que estaba de verdad. Pero también sirve para descansar un poco y retomar el trabajo con energía. Porque estar en la función es solo una parte: todo el esfuerzo se hace durante la semana, no solo en la función.
—Hay algo que la obra tiene que me gustaría que charlemos: el desafío de llevar adelante un musical que combina canciones, monólogos y coreografías. Contame cómo fue ese camino para llegar hasta el estreno.
Mirá, creo que hay dos ejes fundamentales. Primero, la obra está tan bien escrita que, dramatúrgicamente, funciona increíblemente. Fran Ruiz Barlett es un artista que abarca todos los espacios: escribió el texto, las canciones y la música. No es común, porque si uno escribe el texto y otra persona hace la música, ya hay dos cabezas y el punto de encuentro se complica. Acá, al estar todo de la misma mano, el vínculo entre música, texto y movimiento es mucho más natural y orgánico. El mismo que escribió la didascalia escribió también la canción, y eso hace que todo encaje de manera más fluida en escena.
El segundo eje es el equipo maravilloso que logramos armar. Yo tengo la suerte de comandar un poco el barco, pero no lo hago solo: Fran Abbondati como director musical es una bestia, Giuliana Rímini en las coreografías que es una bestia, y Matías Puricelli y Martina Maisterra en la producción siempre aportaron y tuvieron libertad para sumar donde quisieran. Cada área tuvo espacio para aportar, corregir, proponer, y eso generó un engranaje perfecto. Y, claro, los intérpretes son los que llevan la obra adelante con cuerpo, voz y presencia. Si ellos no estuvieran tan comprometidos, nada de esto sería posible. Tener este equipo me genera un orgullo enorme.
—Si tuvieras que contarme de qué va Dramaterapia, ¿cómo se lo explicarías a alguien que no la conoce?
Bien, esa quizás es la pregunta más difícil de toda la que me podías hacer. Para mí, Dramaterapia presenta a un grupo de personas que van a practicar esta terapia —dramaterapia— donde cada uno tiene una herida para sanar. A través de estas sesiones, y con la música que va apareciendo en esas sesiones, logran al menos convivir mejor con sus heridas.
Hace poco me preguntaron, típico videito de Instagram, “definí Dramaterapia en una palabra”, y para mí es compañerismo. Es entender que no estamos solos en este mundo con nuestras heridas. Estamos rodeados de gente con sus propias heridas, y si todos trabajamos en convivir con ellas y mejorar, nos hacemos un poco mejores como personas.

—Hay un equilibrio muy fuerte entre el humor y la introspección en la obra. ¿Cómo conviven esas dos cosas en el texto?
Eso es lo que más me gusta. Cuando uno reconoce sus propias muletillas o sus mecanismos de defensa, se genera un efecto sanador y al mismo tiempo cómico. Porque ves a los personajes con mucho de estereotipo —como Aníbal y su pasión por el fútbol—, pero siguen siendo reales y verosímiles. La risa aparece de manera natural, como un respiro entre la seriedad de las heridas que cada uno carga.
La obra muestra que incluso cuando uno intenta ocultar sus heridas con máscaras, estas están a la vista. Y es gracioso ver cómo todos insisten en ocultarlas, mientras el público las percibe claramente. Esa tensión entre lo que mostramos y lo que sentimos es parte de la magia de Dramaterapia.
-¿Cómo conviven el Leo director y el Leo actor?
Hace poco hablaba de esto. Como actor, no tengo tantos nervios ni ansiedad como como director. Estando afuera, veo todo desde otra perspectiva y entiendo que hay cosas que no puedo controlar. Una vez que la función empieza, solo puedo observar y tomar notas para mejorar después.
Estando en escena, como actor, puedo intervenir, puedo resolver. Pero esa participación activa genera otra clase de tensión, otro tipo de nervios, porque estoy más expuesto, más pendiente de cada detalle del espectáculo. Por ejemplo, el domingo pasado estaba en la última fila, entre la grada y la cabina, atento a cualquier imprevisto, pero afortunadamente todo funcionó perfecto.
—¿Cómo estás viviendo la respuesta del público?
La verdad es que fue muy lindo. Es la primera vez que tomo la dirección de una obra de esta magnitud, y naturalmente vienen miedos e incertidumbre. Ver que al público le gustó, que los actores están contentos, recibir críticas positivas, ver videos de gente cantando las canciones, que vuelvan a escucharse las canciones en Spotify, te llena de orgullo. Siento que tenemos al mejor equipo que podríamos haber tenido y no tengo dudas de que tenemos al mejor elenco joven del teatro independiente. Yo siento que estoy hoy en día comandando al mejor equipo del teatro independiente que existe y que cada integrante del equipo diga “yo quiero hacer Dramaterapia” para mí significa que estamos haciendo algo bien.

🎭 Dramaterapia
📍 El Método Kairós, El Salvador 4530 (CABA)
🗓 Domingos 20 h
🎟 Entradas por Alternativa Teatral
✨ Dirección general: Leo Camo
🎵 Dirección musical: Fran Agondatti
👥 Elenco: Camila Castillo, Faustina Pasarotti, Gonza García G, Lucía Gutiérrez, Lucía Hayes, Pablo Andrés Pighin, Paz Díaz Colodrero, Sebastián Fernández, Sol Tobias
💃 Coreografía: Giuliana Rímini Macuglia
👗 Vestuario: Carol Peiretti
💡 Iluminación: Samir Carrillo
🎧 Diseño de sonido: Santiago Questa
🏗 Escenografía: Giuliano Benedetti
📝 Libro, letras y música original: Fran Ruiz Barlett
🎬 Producción general: Matías Puricelli, Martina Maisterra
📸 Fotografía: Nacho Lunadei
🎯 Asistencia de dirección: Florencia Lima

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