De Sifuentes a Amenábar: Leandro Ciardelli nos guía por «La máquina del tiempo», un viaje entre pasado, presente y futuro.

Hay viajes que nos llevan lejos, otros que nos devuelven al origen, y algunos que nos obligan a mirar el presente con nuevos ojos. La máquina del tiempo, la adaptación de H. G. Wells que llegó a la escena bajo la dirección de Luis Belenda, combina teatro, música original, danza y tecnología holográfica para ofrecernos una experiencia futurista y filosófica.

Con 16 artistas en escena, la obra nos invita a pensar hacia dónde se dirige la humanidad mientras seguimos las aventuras de un científico decidido a desafiar las leyes del tiempo.

En esta entrevista, Leandro Ciardelli —que se mueve con naturalidad entre el severo juez Sifuentes y el entrañable androide Amenábar— comparte risas, anécdotas y reflexiones sobre cómo fue prepararse para encarnar dos mundos tan distintos y qué hace de esta puesta una experiencia única.


Imagen del elenco en el avant premiere de la obra – Ph: @laurab.audiovisuales

La máquina del tiempo es una adaptación de la novela original de H. G. Wells. Nos va a contar las aventuras de un científico de la época victoriana que, desafiando las leyes de la física, inventa una máquina del tiempo para viajar y conocer los avances de la humanidad… miles de años en el futuro.

—Me llegó el casting a través de una compañera del TIM, taller de teatro en el que estoy hace ya dos años. Por mi físico, mis características y esas cosas, yo podía audicionar para el papel de Wells, el científico.

Audicioné, estuvimos ahí hasta las últimas instancias, y al final se decidieron por Matías Gómez, mi compañero. Pero me ofrecieron a mí otros dos papeles: el del señor Sifuentes, que es amigo de Wells, y el del personaje de Amenábar, que es el guardián del museo en un futuro lejano.



—El señor Sifuentes, amigo de Wells, es un juez de esa época. Un señor formal, “nariz parada”, un tipo de leyes, un tipo de verdad, bien derecho, estricto. Le gusta mucho el coñac y los puros. —risas— Y se basa en eso, básicamente: el personaje está montado desde ese lugar, desde la verdad absoluta.

A la hora de que Wells le presenta sus nuevas experiencias, siempre está con su ojo crítico y, bueno, determinando a ver qué sucede con todo eso.

Por otro lado, el personaje de Amenábar es un androide de un futuro lejano. Es muy divertido: hace mucho tiempo que está solo y, por lo tanto, nunca pudo practicar del todo las relaciones humanas.

La emoción ante la llegada de un nuevo visitante a su museo, después de tantos siglos, es una alegría que le genera una euforia total. Es super divertido.


—Bueno, en parte del señor Sifuentes, sí. Me puse a investigar un poco cómo eran los hombres en esa época, en el 1900. Ya de por sí, ingleses, así que tipos muy formales, de derechos, tipos de bastón. Además, hablamos en este caso de un juez: un tipo con dinero, bien pintón, bien parado, con el mentón siempre hacia adelante.

Así que lo trabajé desde ese lugar, desde ver cómo se desplazaba. Vi algunos videos de esa época, o lo que había cercano a ella: cómo caminaban, cómo agarraban los cigarros, las copas, cómo se sentaban, cómo cruzaban las piernas. Además, el hablar pausado, lento, mantener siempre la postura.

Eso fue lo que más me trabajó porque personalmente soy muy distendido, relajado. Entonces, tener que montar algo así era prestar una atención constante a que no se desarme ese físico, que representaba que el tipo —no en esa mesa, pero sí en su vida— es una autoridad, la máxima autoridad frente a las leyes. Más o menos por ahí lo conduje.

Y después, para Amenábar, por suerte tuve la libertad de parte del director (Luis Belenda) de crearlo como yo quisiera. Y fue muy divertido, porque a medida que iban pasando los ensayos —hasta los generales incluso— siempre aparecía algo nuevo del personaje.

Era el momento de, no te voy a decir “comedia”, pero sí el momento de la diversión. Es un intrépido total, un desaforado: no conoce las distancias personales porque hace mucho tiempo que no ve a alguien. Entonces se le acerca mucho, le habla fuerte, grita, salta, corre, se desplaza. Es toda una vorágine que mantiene, viniendo de esa ansiedad de contemplar algo después de tanto tiempo, como es la visita de un humano.

Entonces fue divertidísimo armarlo, y fundamental además la libertad que me dio el director para poder montarlo como quisiera. A medida que le iba proponiendo, íbamos armándolo, y fue super divertido. En un principio apareció medio como un Goofy, el amigo de Mickey. Después se iba tirando para un lado más Looney Tunes, por así decirlo, sin ser una caricatura, pero sí muy caricaturesco. Así terminó dándole forma y, aún hoy incluso, en las funciones siguen apareciendo cosas nuevas que me permiten a mí divertirme.

Eso es fundamental: que a mí me divierte mucho el personaje, y a la gente también le divierte muchísimo.



—Lo mejor te diría que fue, partiendo desde Luis Belenda, que a mí me permitió toda esta libertad, y me ayudó, me guio y me acompañó para armarlo como yo quisiera, armarlos a ambos.

Y lo mejor de todo, para mí, es el grupo de trabajo que se armó, porque en escena nos ven que somos 16 personas trabajando arriba del escenario en obra, pero atrás hay mucha gente laburando tanto en escenografía, como en la consola, direcciones, luces, producción, coreógrafos y equipo de escenas de acción.

Es un laburo gigante el que se hizo para montar semejante obra, semejante producción, y que las cosas funcionen durante más de una hora y media. Que funcione bien, que se vea realmente como un espectáculo de ciencia ficción, que es muy difícil de montar en teatro, porque no contamos ni con inteligencia artificial, ni con retoques de edición, ni esas cosas.

Es todo en vivo, es todo hecho a pulmón, todo hecho a mano, laburo artesanal. Así que lo que más destaco yo es la comodidad que me transmitió a mí trabajar con gente capaz, responsable, con mucha voluntad. Porque los ensayos también duraban hasta tarde, estábamos todos cansados, días de semana, días de laburo, cosas así.

Entonces fue realmente fácil laburar. Fue como una cuestión de ponernos todos de acuerdo de manera implícita. Todos teníamos ganas de hacerlo y nos encontramos ahí. Se armó un grupo súper divertido, súper acogedor, cariñoso, y con eso, mucha voluntad para trabajar.



—La respuesta fue hermosa, realmente linda. La pasaron muy bien, se mantuvieron entretenidos, divertidos, atónitos, dramáticos, porque la obra pasa por todo eso, tiene un sinfín de emociones, y la respuesta fue súper cálida, mucho aplauso, mucha felicitación.

Desde lo personal estaba muy contento de poder volver a un escenario, que para mí es el lugar más cómodo que conozco, más lindo, y donde mejor me siento. Y fue realmente gratificante, la verdad, porque trabajamos mucho: fueron meses de ensayo para que las cosas salgan bien y no lleguemos con ningún contratiempo ni ninguna cosa complicada que nos sorprenda a todos.

Siempre pasan cosas, como en todas las obras y todos los espectáculos, pero son cosas nuestras y se resuelven en el momento, rápido. El resto fue todo muy bien trabajado y llegamos cómodos a poder dar ese espectáculo. Así que más que feliz con el recibimiento de la gente.


-Lo que más disfruto yo haciéndolo es, sin duda, lo de Amenábar, que es divertidísimo. es toda esa parte clown, bien payasa, bien de eso, de divertir, de querer contarle a Wells todo lo que pasa, todo lo que sucedió, sorprenderse porque el personaje no sabe nada y a la vez Amenábar no entiende por qué no sabe nada, entonces le cuenta todo de una manera súper eufórica.

Eso me parece muy divertido, disfruto mucho haciéndolo y estoy esperando al costado del escenario para que llegue el momento Amenábar.

Y como espectador... La verdad es que sería injusto decirte algo puntual, me encanta la obra en general, me parece que está escrita de una manera hermosa, súper bien adaptada, excelentemente dirigida y muy bien trabajada por nosotros y por toda la gente que está haciéndola.

Es muy entretenida de ver, te mantiene al pendiente, te mantiene expectante, querés saber qué pasa, dónde va, a dónde va a viajar, qué va a haber, qué va a suceder. Hay momentos de acción, tensión, escándalos, hay de todo, entonces yo creo que sería injusto elegir un momento. Está realmente bien lograda la obra, así que es para contemplarla por completo.



—Bueno, porque es una propuesta que en lo personal yo no había visto nunca nada así. Como te decía antes, hacer ciencia ficción en teatro no es cualquier cosa, está realmente bien lograda, muy bien montada. Tenemos tecnologías futuras, tenemos un despliegue enorme desde vestuario, escenografía, la adaptación del guion, es entretenida de ver.

Y muy interesante también, que plantea un debate súper importante sobre a dónde vamos como humanidad, qué pasará dentro de cientos de miles de años, todas esas cosas que a veces uno se pregunta o en algún momento alguna charla filosófica con amigos sale y no tiene respuesta.

Entonces, imagínate esto escrito hace muchísimo tiempo por un tipo que vivía en otro continente y era un loco de la ciencia ficción, el padre un poco de la ciencia ficción en sí, H.G. Wells, y que realmente, como plantea viajes tan adelante, sigue envejeciendo bien.

Creo que lo interesante es eso: que termine la obra y escuchar cómo me ha pasado a mí, que la gente piensa, debate, habla de la sociedad, que se plantee nuestra misma sociedad hoy en día. Eso me parece que es lo atractivo.

Más que nada, un espectáculo que vale la pena verlo, vale la pena la experiencia de La máquina del tiempo.


—Que no lo dude, que arranque, que se despoje de los prejuicios, del miedo, de la vergüenza. Es el lugar adecuado para uno divertirse, experimentar. No te diría que es un lugar específicamente pedagógico o terapéutico, pero tiene mucho de eso también. Y es una actividad súper reconfortante para el alma, realmente.

Es muy divertido desde la base de uno sentir que puede jugar, a ser lo que quiera: desde, no sé, un perro, una alfombra, una pava, lo que fuere, hasta interpretar el personaje que te imagines de la manera que te imagines e involucrarte por completo en eso.

Es hermoso. Y es algo que los adultos dejamos de hacer en cierto punto, dejamos de jugar. Uno capaz va a jugar a la pelota o se junta a hacer otra cosa, pero jugar a que lo divierta cualquier cosa y permitirse eso, permitirse convertirse en otra cosa o en un algo, para mí es trascendental hoy en día.

En mi vida, te digo, hoy es trascendental. Así que háganlo, los que quieran divertirse y pasarla bien de verdad, háganlo. No se van a arrepentir.


Ver a Leandro Ciardelli moverse entre la solemnidad de Sifuentes y la euforia de Amenábar es solo una de las muchas razones para dejarse llevar por La máquina del tiempo. Una obra que mezcla ciencia ficción, emoción y reflexión, y que nos recuerda que el teatro puede ser un portal hacia mundos inesperados, tan fantásticos como humanos.

Si querés reír, sorprenderte y pensar al mismo tiempo, no hay duda: este viaje en el tiempo es imperdible. Subite a la máquina y dejate llevar, porque cada función promete emociones que quedan dando vueltas mucho después de bajar el telón.

📅 Todos los jueves de agosto y septiembre 20 hs
📍 El Cubo (Zelaya 3053)
🎟 Entradas en Plateanet


En El Walkman creemos que el teatro también es un viaje, una forma de mirar lo que somos y lo que nos espera. La Máquina del Tiempo abre esa puerta con emoción, humor y reflexión. Si te gusta acompañar estas historias, suscribite a la revista. Y si querés, invitanos un cafecito: cada gesto suma para que sigamos contando lo que pasa arriba —y detrás— del escenario.


Dirección general: Luis Belenda.
Asistencia de dirección: Magalí Odrisi | Joaquín Pérez Janin.

Vestuario: Macarena González.
Escenógrafos: Florencia Gentile | Lucas Furiasse.
Asistente de escenografía: Rocio Soria.
Realizadores: Rocio Soria | Nicolas Winograd | Natalia Cazenave | Josefina Pérez Laudizio | Paz Giribone | Paula Arias.
Utilería: Santiago Gabriel Ibarra | Celina Laspiur Quintieri | Sofía Guerra | Camila Luciana Lopez.

Coreógrafo: Benjamín Lameiro.
Coordinación de acción: Sebastian Cerrato | Action Producciones.

Tecnología holográfica y efectos especiales: ANIMACO Tecnologías Futuras.

Diseño sonoro y musical: Jorge Luis Feraundo.
Banda sonora original: Luis Belenda.
Orquestación y grabación en estudio: Gustavo Mary.

Elenco: Matias Gómez / Pablo Ubillas / Sergio D’Angelo / Marcelo Ergas / Leandro Ciardelli / Flor Señorans / Nuria Cuadrado / Zahira Berenice.

Ensamble: Yasmin Josef / Sofia Maiello / Aylen Cersa / Lucila Carraro / Trina Zuñiga / Lenina Paredes / Miguel Villaverde / Santiago Zsurieta.


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