El próximo 21 de diciembre se cumplirán 36 años del paso a la inmortalidad de Federico Moura. Por este motivo, no hay mejor homenaje que hablar de «Sin Disfraz» el libro de Damián Carcacha que reúne entrevistas fundamentales que cuentan de manera cronológica la historia de Federico y a través de sus palabras la historia de Virus.
Para conocer más acerca de Sin Disfraz y recordar a Federico, desde El Walkman, charlamos con Damián Carcacha, músico, investigador y el mayor coleccionista y recopilador de material de Federico y Virus. Enteráte de todo lo que nos contó en esta nota y encontrá material adicional en nuestro canal de Youtube
«Desde muy chico tengo el recuerdo de que en casa de mis viejos siempre escucharon música. Especialmente mi madre que traía los casetes» – cuenta Damián y por si hubiera algún centennial en la sala aclara que en esa época estaban los casetes y también la costumbre de grabarlos y prestárselos porque como podrán imaginar no existía internet.
«Había un combinado de muchos long play de música internacional pero los casetes eran nacionales. Ahí estaban Miguel Mateos (Zas); estaba Charly; estaban Los Fabulosos Cadillacs; Los abuelos de la nada y entre todo eso había un casete de Virus que era Grandes éxitos«. Damián evoca recuerdos de infancia y relata: «En ese momento yo me acercaba ponía un casete y lo sacaba y así me acuerdo de canciones puntuales de todas esas bandas que te nombré, y en un momento apareció la canción «Luna de miel en la mano» del álbum Locura que fue la primera canción que escuché».
En esos casetes grabados no había referencias visuales de quién era quién en Virus. Para Damián -que en aquél momento tenía 6 años- Virus era solamente la música. «No le conocía la cara a nadie. Un poco eso empezó a despertar la inquietud de querer conocer los rostros detrás de las canciones»
Sobre el momento en que finalmente pudo conocer quién era quién en Virus, Damián contó: «Federico había fallecido hacía muy poquito. No había muchos datos como ahora que entrás a Google ponés un nombre y te aparece la información. En el año ’92, había un programa de televisión que se llamaba «Rocanrol» y conducía Antonio Birabent. Todas las semanas había especiales de bandas y en uno de esos especiales conocí a Federico, a Julio, les conocí la cara a todos».
«Ahí caí en que Federico ya no estaba y entonces empecé a entrar en otro terreno que no era ya el de la música sino el de investigar sobre ellos con lo que salía en los diarios, en esos años de Virus no se hablaba demasiado. Era medio demodé. Empecé a investigar y a conocer a gente que guardaba viejas revistas, diarios y ahí me puse en el mundo de Virus ya desde la parte de conocer a los artistas». Contó Damián sobre sus sensaciones posteriores a ver Rocanrol.
-¿Cómo empezaste a reunir la información que posteriormente se transformó en «Sin Disfraz»?
-Empecé primero a meter recortes en una caja. Después pasé a armar una carpeta número 3 que más tarde se convirtió en una oficio y hoy esa carpeta oficio se transformó en tres biblioratos. Todos organizados de manera cronológica. Y esa carpeta es un tesoro que yo tengo, aunque no sea algo que miro habitualmente es una de las cosas que conservo que me acompañan hace mucho tiempo. Es un tesoro que me tiene que acompañar hasta el último de los días».
Imágenes cortesía Damián Carcacha
-¿Cuál fue tu primer descubrimiento acerca de la vida de Federico previa a ser el frontman de Virus?
-Lo primero que descubro tiene que ver con uno de los locales de ropa que tuvo. El primero era un local que le alquilaba al padre. Preguntando con quién lo puso fui llegando a esas personas que eran gente de La Plata con los que él arma el germen de «Limbo» acá en la ciudad de La Plata.
Cecilia García, una de sus primeras socias, cuando me contacto con ella, como una cosa solo para mí, me dice que no era un negocio de ropa en el que él estaba atrás de un mostrador vendiendo ropa que se compraba en otro lugar para remarcarla y venderla. Me cuenta que era ropa que hacíamos ellos, que era exclusivo.
Ahí empecé a humanizarlo a él para intentar interpretar esos primeros años de vida hasta llegar a Virus. Entonces me di cuenta que era un tipo que era único. El no iba a estar vendiendo cualquier cosa en un negocio de ropa que era de él, porque no era que necesitaba trabajar ahí como medio de vida y vender cualquier cosa, porque también cuando estuvo en Europa fue lavacopas para subsistir allá pero mientras lavaba copas el tipo absorbía un montón de información en esos primeros años luego de la secundaria que tenían que ver con por qué después termina siendo el cantante de Virus, uno de los grandes frontman del rock argentino de esa época.

-¿En qué momento vos decidís compartir el material que reuniste con el afuera?
-Inicialmente el material ese lo compartí con dos personas. Una es Velia Oliva, la mamá de Federico, y otra es Julio Moura. Yo hace diez años me cruzaba con Velia y su marido mayormente en los teatros. Ellos estaban en el loby del teatro y te los cruzabas y eran gente muy amable, muy discretos,
Un día consigo el teléfono de Velia y la llamo. Me presento y le digo: «mire yo tengo un material que me gustaría que usted conozca y me dijo «bueno, te espero mañana a las diez de la mañana». Yo me tuve que pedir un día en el laburo, fue todo una movida, porque ella vivía en Palermo en esa época. Fui y ella estaba mirando el material y estaba asombrada por el cariño que yo tenía por sus hijos y especialmente por Federico.
-¿Qué pasó después de ese encuentro?
-Después pasaron años y hay un libro que se llama «Virus, una generación» que se editó en el año ’95, que la editorial Vademécum, de Roque Di Pietro, quería de alguna manera hacer como una remake. Agarrarlo y antes de reeditarlo revisarlo. Corregir algunos datos erróneos y agregarle cosas que los autores en su momento no habían podido investigar. Por medio de un amigo en común Roque Di Pietro me pregunta si yo quiero participar del proyecto y yo le conté del material y llegaron a la conclusión de que yo era la persona que podía «meter mano» en ese libro. De ahí sale la idea de decir «Bueno, che hay que hacer algo con esto, pero sobre Federico». Porque el material que yo tengo es de Virus pero está centrado en Federico más que nada.
–En todo ese material que fuiste recolectando en ese tiempo ¿Hay alguna entrevista, algo que te contaron más allá de esto del limbo que vos digas «este dato me flasheó»?
-Datos un montón. Pero me llamaba la atención que había gente que lo esperaba a la salida de los teatros cuando recién empezaron, antes de ser el Virus de «Locura». Por ahí venía un chico que le decía estoy haciendo un fanzine escolar y queremos hacerte una entrevista y él los trataba con mucha seriedad a chicos de quince años que estaban escribiendo sobre una banda que no sabían ni como se llamaba pero fueron a buscarlo porque les habían dicho «mirá toca una banda que es moderna». Y después cosas como por ejemplo diálogos que he tenido con su stage personal que lo acompañó desde el ’83 al ’88, me ha dicho «Era un obsesivo, era un tipo que por ahí cuando estaba callado y empezaba a revolear los ojos era porque iba a disparar que algo estaba mal, era insoportable. Pero era un tipo que te hacía estar todo el tiempo atento a todo y que no pase nada y eso de alguna manera te enseña una manera de laburar». Una cosa estricta que buscaba que esto salga bien y bueno ahí está el resultado de que vayan pasando los años y Virus sigue sonando y eso es por algo no es solamente porque hicieron una canción linda y nada más.
Hay personas que me contaron que antes de un recital en Obras lo encontraban tomando un café solo a la vuelta del estadio como si nada. Siempre fue muy sobrio, muy medido, por esto yo remarco lo de la edad porque una cosa es tener una exposición a los 20, 25 años y otra cosa es tenerla entre los 30 y 37 años. donde vos ya estás más de vuelta de un montón de cosas.
Entre las muchas historias que Damián escuchó, las que Velia le contó ocupan un lugar especial en su memoria. Quizás porque hablan de un Federico cotidiano, un Federico hijo que como es lógico solo una madre puede retratar:
«Velia me ha contado que lo llamaba por teléfono a la mañana y si el llamado lo despertaba le decía «bueno, te voy a llamar en un rato» porque Federico tenía un humor tremendo, a la mañana no se le podía hablar».
Los diálogos matutinos podrían resumirse de esta forma: «Mamá recién me despierto» – leáse con la voz de quien solo quiere volver a dormir – «Bueno, te voy a llamar en un ratito» – léase con la infinita dulzura de una madre que quiere hablar con su hijo pero entiende que lo mejor es volver a llamar más tarde. Otro de los diálogos comunes que sucedían en la casa de Federico de aquél entonces tenían como protagonistas a Velia, por supuesto, y a Delia, la mujer que trabajaba en la casa. En este caso la charla gira en torno a la comida:
«Delia, la llamaba a la mamá y le decía «Velia yo le cociné, le hice tres comidas pero está todo acá, todo intacto, él no vino, no comió nada». Federico era muy despotricado, muy escorpiano rememora para esta entrevista Damián entre risas.

-Cuando estos archivos se convirtieron en un libro y lo tuviste en las manos ¿Qué fue lo primero que pensaste?
-Fue una alegría inmensa porque yo durante muchos años esperé que salgo un libro así sobre Federico. Que cuente cómo era él y después que la historia de Virus la cuente él. Porque obviamente al no estar todos hablamos de él. entonces me parecía lo más groso que el vaya contando de manera cronológica la historia de Virus.
El libro yo se lo dediqué a Velia, ella me ayudó un montón. Tomábamos el te una vez por mes y me acuerdo que cuando le pedí permiso para hacer el libro me hizo un silencio y me dijo: «Vos no me tenés que pedir permiso para hablar sobre él. Nadie es mejor que vos para hablar sobre él . Porque yo sé de que manera lo vas a hacer«. Eso para mí fue muy fuerte y se generó una especie de compromiso conmigo que yo lo charlé con la editorial y me dijeron obviamente va a ser con ese compromiso.
Me acuerdo que en el momento en que tuve el libro en la mano fue al medio día yo estaba emocionado y a los cinco minutos suena el teléfono y era Velia y me dice «Salió en un diario que vos hiciste el libro y me lo dedicaste a mí»

Hay escenas que uno sabe, en el momento en que suceden, que van a dejar marcas en nuestra vida. Algo de esa magia tiene la historia que Damián contó al preguntarle cuál de las muchas fotos que pueblan las páginas de «Sin Disfraz» era la que más le gustaba y, como es de esperar la historia comienza en la casa de Velia. Ocurrió una de las últimas veces que se encontraron. En una charla que ya no tenía tanto que ver ni con Federico ni Julio ni Marcelo sino más con la humedad, la boleta de luz y las cosas del día a día. En un momento Velia interrumpe la conversación y sale de la habitación para regresar minutos después con una caja en sus manos y dice: «Estas son cosas que eran de Federico y te las quiero dar a vos.»
«Entre las cosas que estaban en esa caja había una foto que está en el libro donde Federico está sentado en el sillón y atrás está su abuelo materno, el papá de Velia – detalla Damián – La foto era impactante. Él estaba tocando la guitarra como derecho siendo zurdo. Velia me contaba que en esa época en el colegio te obligaban a escribir con la derecha. Otras épocas – aclara quizás atento al centennial descuidado que lea esta nota y continúa el relato – De esa misma forma empezó a tocar la guitarra. Me pareció que en esa foto él estaba conectando con la música aunque esté la mesa puesta y lo estén esperando para comer».

«Velia me contaba eso – cuenta sonriendo Damián – que ellos empezaban a comer y ella estaba llamándolo «¡Federico, Federico!» y él estaba con los auriculares escuchando música al lado del equipo en su mundo totalmente abstraído por eso».
Más allá de esa foto y su emotividad, Damián revela que hay otra foto – también en el libro – en la que Federico está con una guitarra esta vez sobre el escenario de un Virus recontra exitoso en la época de «Imágenes paganas» con la guitarra y tiene como el mismo gesto en la cara.

«Él era un amante del arte en general, le gustaba la pintura, la ropa, el cine, pero creo que con la música encontró la manera de expresarse que más cómoda le quedaba».
Damián Carcacha
-¿Cuál es la devolución más linda que recibiste del libro?
Las devoluciones llegan de muchas maneras, he tenido mensajes por Instagram, facebook, o por teléfono. Me pasa en los shows de Virus encontrarme con gente que por haber leído el libro se encuentran con Federico desde otro lugar no ya el lugar de mito sino el cotidiano y me dicen «gracias por mostrarlo como es él en la parte que es imposible conocerlo». Por otro lado, las devoluciones que más me han llegado son las de la familia, su prima, su hermana Estela, sus hermanos Julio, Marcelo, sus sobrinos. Hay sobrinos que Federico no conoció pero ellos tienen la historia de la familia sobre Federico. Su sobrino mayor cada tanto me manda un mensaje y nos encontramos a tomar un café por La Plata y ya, como te decía con Velia, hablamos de cualquier cosa, pero me tiene como una referencia y me agradece siempre que su tío tenga un libro con ese respeto.
Que el respeto que yo tengo por el artista se haya volcado en el libro y haya llegado a la gente, porque a cualquier persona que le gusta Virus y es seguidora de Federico yo sé que el libro le va a gustar, pero no porque lo hice yo, sino porque ahí está lo que pensaba Federico y lo que pensaba la gente que lo rodeaba sobre él. Y cosas lindas para contar. Yo no toqué el tema de la enfermedad en el libro porque me parecía que era mostrar el ocaso de alguien que para mí fue feliz en su manera de vivir.
«El libro es una invitación a enfocarse en su vida y lo que nos dejó que es Virus que es hermoso».
Damián Carcacha





Deja un comentario