El pasado lunes 2 de junio estuvimos en la avant premiere de Gatillero, una bomba de tiempo filmada en un único plano secuencia que estalla en cines este jueves 12 de junio. La proyección fue en DAC, con la sala llena de tensión que se podía cortar con un cuchillo. Desde El Walkman hablamos con Sergio Podeley —el Galgo, puro nervio y carne viva, premiado como Mejor Actor en FANTASPOA— y con Cris Tapia Marchiori, el director que orquesta esta noche de caos, traición y redención en el corazón de Isla Maciel.
Gatillero no es sólo tiros y sangre. Es una historia cruda, inmersiva y sin respiro, que sigue a un sicario caído en desgracia que tiene una última chance de redimirse. Julieta Díaz, Maite Lanata, Ramiro Blas, Mariano Torre y un elenco de lujo completan este thriller que se siente como un golpe en el pecho, contado en tiempo real, sin cortes ni pausas.
A días del estreno, te traemos todo: cómo se armó la película, qué hay detrás del plano secuencia, por qué esta historia es también un homenaje a los márgenes y qué la vuelve una de las apuestas más intensas del cine argentino en 2025.
El desafío actoral: capas y matices en un solo personaje
Sergio Podeley, el protagonista que encarna al Galgo, contó cómo se preparó para darle vida a este personaje marginal que parece estar siempre al límite. “Desde lo actoral, el desafío de Gatillero fue conmigo,” confesó. “Tuve que pensar cómo habla, cómo se relaciona con cada uno de los personajes, porque el Galgo no es uno solo: tiene varias capas. Yo trazo un hilo desde el principio hasta el final, pero con cada persona vive un viaje personal y particular. En realidad, hay dos o tres maneras para cada personaje, y eso hace que el Galgo sea complejo. Al final, se convierte en una jauría en sí mismo, y para entender eso hay que ver la película.”
Este abordaje profundo y multifacético explica por qué el personaje nunca se siente plano o unidimensional, sino como alguien que se mueve con rapidez entre sus diferentes relaciones y emociones, cargando a cuestas una vida caótica y violenta.

El motor detrás de la cámara: trabajo, miedo y pasión
Para Cris Tapia Marchiori, el director de Gatillero, el rodaje fue una carrera contra el miedo y la incertidumbre. “Yo tenía mucho miedo de que la película fracase. Por eso le pusimos un tope al presupuesto, por si no funcionaba. Todos los días era levantarse para hacer algo que parecía imposible, a veces filmar, a veces no. Esa dificultad la trasladé a fuerza de trabajo, que es lo que me sostiene. Cuando no sé cómo hacerlo, me pongo a trabajar. Todos los que trabajaron en Gatillero están orgullosos de lo que hicieron.”
Esa fuerza de trabajo se sintió en cada momento del rodaje, donde la pasión por el proyecto y el compromiso del equipo lograron que, a pesar de las limitaciones técnicas y presupuestarias, la película llegara a buen puerto.
Plano secuencia: el arte de hacer visible lo imposible
Desde el arranque, Tapia Marchiori soñaba con hacer toda la película en una sola toma. “Quería que fuera un plano secuencia real,” dice, “pero por cuestiones de seguridad tuvimos que incluir cortes ocultos. Por ejemplo, no podíamos apuntar a un actor con un arma cargada con balas de fogueo, entonces tuvimos que cortar ahí.”
La película está llena de estos desafíos invisibles que el público no nota, pero que marcaron la producción: “Ese portón del merendero que se ve en la película es mucho más alto en la realidad, y le pedimos a Sergio que finja que le cuesta treparlo, porque a él no le costaba, pero el personaje sí.”
El equipo tuvo que ingeniárselas con lo que tenían. “En la preproducción pensamos en usar una grúa, luego un arnés, pero cuando vimos el costo del arnés dijimos: ‘Traigamos una escalera’,” recuerda Tapia Marchiori. Esa informalidad, esa “potrereidad”, le dio un sello único a la película. “Romper algunas reglas, que la cámara deje de ser tan sagrada, ese espíritu se ve en la película. Pusimos la escalera y, como sólo teníamos dos camarógrafos, hicimos un pasamanos con la cámara para poder filmar lo que necesitábamos.”
Correr en Isla Maciel: un desafío físico y creativo
Filmando en tiempo real y en espacios reales, hubo que lidiar con muchas complicaciones. “Yo tenía que manejar rápido, pero no tanto para no golpear a la sonidista que venía atrás,” dice Podeley con humor. “Si manejaba a la velocidad que suelo ir, ponía el auto en cuarta. Soy rápido y ágil, pero eso era incompatible con filmar.”
Cris explica la dificultad de fingir que vas más lento cuando en realidad podés correr más rápido. “Para mí, que me gusta lo físico, detesto que se vea mal lo físico. Fingir correr lento fue un desafío. Además, Isla Maciel está viva todo el tiempo, y la gente circulaba, se cruzaba, porque la vida sigue. El equipo tuvo que tener cintura para que nada de eso se note en pantalla.”
El rodaje era un potrero: “La película es potrero, tiene ese alma que teníamos todos: Cris, yo y cada uno de los compañeros que se sumaron. Era como una serpiente que iba siguiendo por atrás, pensando cada movimiento para no tapar algo o no crear sombras que arruinen el plano.” cuenta Sergio.
Camaradería y optimismo: el motor de Gatillero
En momentos de dificultad, la confianza y el compañerismo salvaron la película. “Nos mirábamos y yo le decía a Cris: ‘Grabá, que no sé cómo pero lo resuelvo’. Y él me decía: ‘Yo grabo, sé que vos vas a resolverlo’,” recuerda Podeley. “Esas cosas, esa camaradería, hicieron que la película salga adelante. Fue un placer poder jugar como niños, a pesar de todas las dificultades.”
Tapia Marchiori agrega que el proyecto nació del deseo de hacer algo distinto, que los represente y abrace: “Soñar juntos algo raro, que tuviera todo lo que nos gusta a nosotros, que nos abrace el elenco, el equipo técnico y el barrio. A pesar de los problemas, de la cantidad de adversidades, hubo un optimismo casi psicótico. Siempre dijimos que la solución no era cara, sino que en el universo infinito de ideas hay una solución barata: hay que pensarla. Eso fue el motor para hacer Gatillero.”

Un estreno para vivirlo en primera persona
Gatillero se estrena el 12 de junio y promete ser una de las apuestas más potentes y frescas del cine argentino en 2025. Su narrativa sin pausas, su despliegue técnico y su alma potrero hacen que esta película no sea sólo para ver, sino para vivir.
Si querés entender qué es esa jauría que se vuelve el Galgo, cómo se armó esta locura en tiempo real y qué hay detrás de cada plano, no te la podés perder.
📣 Si Gatillero te dejó manija, quedate cerca: en @revistaelwalkman hacemos notas que cortan al medio, entrevistas sin filtro y coberturas con calle.
🖋️ Somos esa voz que no endulza, que va de frente y cuenta el cine, el teatro y el arte desde adentro.
📩 ¿Querés que te caigan nuestras notas directo al mail? dejanos tu mail a continuación



Deja un comentario