
—¿A vos te gusta la playa Facu?
—Maso la verdad, es un poco aburrido, igual es la primera vez que vengo, así que no sé. —Decía Facundo mientras arrojaba una piedra al agua.
—A mí me encanta.
—Obvio que te va a encantar, vivís acá, no conoces otra cosa Sofía. Estoy aburrido, vamos a caminar a ver si encontramos otro cangrejo.
—¿Y qué tendría que conocer para que me deje de gustar a ver? ¿Qué hay mejor que esto? El caminar y sentir la arena mojada y el mar golpeando tus tobillos.
—No sé, el verano pasado fuimos a un hotel con mamá, podías comer todo lo que querías, y tenía una pileta re grande.
—El mar es como una pileta gigante
—Bueno eso sí.
—Además, nosotros no vivimos acá hace mucho, papá compro la casa el año pasado —Sofía se detuvo y volteo hacia atrás donde aún se podía ver la vieja casa amarronada, con la pequeña estela de humo negro proveniente de la parrilla que su papá y su tío estaban preparando.
—¿Y por qué pensás que los dueños anteriores la vendieron? Porque no le gustaba la playa prima, es obvio.
Facundo hacía juegos con un arbusto seco a modo de pelota, que pateaba a medida que avanzaba por el anaranjado del atardecer.
—Sí que les gustaba, es hermoso vivir en la playa, seguramente la vendieron porque estaba muy vieja o algo así, hasta los muebles nos dejaron.
—Igual me parece aburrida la playa porque si vos AY…
—¿Qué te paso Facu estás bien?
—Si, pero le pegue a algo con el pie
Sobresaliendo entre la inmensidad de la arena blanca, salía una caja vieja y oxidada color azul intenso, con detalles dorados, denotaba que había estado ahí hacia muchísimo tiempo. Ambos se abalanzaron sobre ella intrigados
—¿Y esto?
—Mi papá me dijo que antes las galletitas venían en estas cosas, pero no creo que tenga galletitas..
—Abrila Sofía capas es un tesoro o algo así.
—Eso pasa en Piratas del Caribe nomas.
Les costó, pero al cabo de un rato la pudieron abrir. En su interior la caja tenía varias hojas de papel arrancadas y deterioradas pertenecientes a una antigua agenda, muchas de ellas ilegibles, un dibujo, y un hermoso reloj de bolsillo, con un dorado intacto, pero que estaba detenido.
Sofía desarrugó como pudo una de ellas, de un papel amarillento y sucio. Mientras su primo le pegaba con el codo y le hacía gestos para que comenzara a leerla en voz alta antes de que el sol se pusiera por completo y se quedaran a oscuras.
Aquí, en esta misma playa nos conocimos, estaba terminando una de las últimas pinturas. La inicié solo a modo de distracción, las peleas de papá y mamá en la casa son de lo peor, y al menos aquí, en la playa puedo estar en paz.
Cuando iba por la mitad me di cuenta de que no tenía más azul. Fui hacia la despensa de Estela, pero ella no estaba ese día, su sobrino estaba ahora atendiendo el negocio.
Hasta ese día no creía en el amor a primera vista. Pero Eduardo hizo que eso cambiara con tan solo un Hola.
—¡Aww Facu es una historia de amor!, ¡La persona que escribió esto debe haberlo guardado como un recuerdo de amor!
—¡Deja de hablar y seguí leyendo Sofía!
Era alto, apuesto y amable, no recuerdo cuanto tiempo fue, pero nuestra charla duro hasta que el sol se ocultó. Me dijo que solo estaría aquí por un tiempo. Necesitaba dinero para ayudar a su madre, la hermana de Estela, que se encontraba mal de salud y vivía en la ciudad. Al final se quedó, y me hizo la mujer más feliz del mundo, y nos casamos en esta misma playa.
Este es uno de los dibujos que hice en nuestra cita número 4.
Los chicos desdoblaron un pedazo de lienzo que contenía un hermoso dibujo de una mujer y un hombre tomados de la mano mirando el sol ocultándose en el mar.
—Era una artista increíble…
Sofía desarrugo la última hoja, parecía mucho más nueva que las demás, como si hubiera sido la última en agregarse en esa deteriorada caja
Mi amor, gracias por una vida plena y feliz a mi lado. Hoy es el día en que decidí enterrar nuestra historia en el tiempo.
Sacaron el reloj de bolsillo, detenido en las 12 en punto, con una hermosa fotografía antigua a modo de relicario de dos jóvenes, debajo tenía escrita ANA Y EDU.
Los chicos guardaron las cosas con cuidado, completamente conmovidos por lo que acababan de encontrar. Preguntándose que habría pasado después de eso, cuando un grito desde la casa los sobresalto.
-SOFIA, FACUNDO VENGAN A COMER
-Vamos Sofí nos van a retar si tardamos…
Sofía se quedó mirando su nueva casa. Y de repente se dio cuenta de algo. Corrió a una velocidad que nunca había alcanzado. Facundo desde atrás trataba de seguirla.
-¡Para! ¿Tanta hambre tenés Sofía?
Entró a la casa ante la mirada atónita de su padre y su tío. Y se dirigió al salón, allí en la pared, colgada sobre la chimenea estaba una de esas cosas que habían quedado de los dueños anteriores.
Una pintura hermosa de una pareja tomada de la mano, viendo juntos el atardecer en el mar.
-Ey hija ¿Paso algo? No me digan que encontraron un tesoro ahí afuera.
Sofía bajo la mirada hacia la esquina de la pintura, donde con un débil trazo negro se veían solo tres letras a modo de lo que, creían hasta ese momento, era una firma. Pero ahora tenía otro sentido.
– A Y E –
-¿Sofí? Contéstame —Le decía su padre mirando la sonrisa de Facundo —¿Encontraron un tesoro o qué?
Sofía miró a su padre con una gran sonrisa.
-No te imaginas pa… no te imaginas…

En un lugar donde el tiempo parece detenerse, donde el sol se oculta en el horizonte y la arena se convierte en un mar de oro, hay una historia que espera ser descubierta. Una caja la cual que ha estado enterrada durante años, esperando a que alguien la desentierre y le dé vida.
¿Qué secreto esconden las olas del mar? ¿Qué historia se esconde detrás de la sonrisa de una joven que vivió hace décadas? Sofía y Facundo se sumergen en un viaje a través del tiempo y descubren el secreto escondido entre las olas del tiempo.



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