Relatos Fugaces: «Ángeles del New Tower»



Domingo 11 de Febrero

María llevaba esperado ese día por toda la última semana, ya tenía colmada la paciencia, y las cosas que había vivido, más que miedo, le daban pánico. Aún tenía el teléfono en la mano, temblando con el 911 marcado, y esa voz detrás del aparato la hizo saltar del shock.

-911 ¿Cuál es su emergencia?

-Sí, hola soy María Salvatierra, ya llame tres veces esta semana, necesito que vengan por favor, acabo de escuchar un fuerte golpe al lado, tengo miedo y ya no aguanto este hostigamiento.

-Ok un móvil va a su dirección.

María trató de incorporarse, miro por el pestillo de la puerta hacia el hall de ese noveno piso, la figura ya no estaba, había anochecido, y la casa del C se encontraba con las luces apagadas, sin embargo, el perro ladraba sin parar, desesperado y llorando, ¿Acaso se había ido?

El portero sonó con un estruendo que pareció oírse en todo el edificio.

-Hola, ¿Marí? Soy Fabián, ahí subo con el personal policial.

María abrió la puerta muy asustada, y ahí estaba Fabián, con el mismo oficial de las visitas anteriores, Walter.

-Que tal jovencita, le vuelvo a decir que en mi opinión usted está equivocada ya es la tercera vez que venimos al edificio y no hay nada que incrimine…

-Por favor señor, si lo llame es por algo, deje de tratarme de loca y ayúdeme. Ya no soporto más esto, ahora escuche un golpe muy fuerte y ruidos raros en la casa, revise por favor.

Walter golpeó dos veces la puerta.

– ¡Señora! ¡Señora Ángeles! -Nada, ninguna respuesta, María miraba de reojo casi tapada por su puerta por el miedo.

– Ángeles, ¿Me escucha Ángeles?

El perro estaba histérico, parecía que iba a tirar la puerta abajo.

-Atrás —Dijo Walter a Fabián y María, que se había acercado pensando que Ángeles ya no estaría.

Con dos patadas superfuertes que hubieran dejado inconsciente al más grande de los hombres, Walter abrió la puerta del noveno C, el perro salió disparado para las escaleras, seguido de Fabián que bajo en su búsqueda.

Walter y María entraron a la oscura casa, y ahí observaron lo peor. Ángeles tirada en la sala, detrás de ella, un cuaderno, y una hoja suelta debajo en la que se llegaba a leer FUE MARÍA.

Walter se dio vuelta mirando atónito a la mujer inconsciente.

– ¿Y ESTO?

Lunes 5 de Febrero – Una semana atrás.

-Así que después de dos meses de búsqueda pudiste conseguir María ¡Qué alegría!

-Gracias Joha sí, me costó la verdad, es un edificio bastante antiguo de recoleta, pero por lo que vi en las fotos es lindo, hable con el encargado por WhatsApp y me dijo que es un lugar de gente grande, y que mientras no haga quilombo está todo bien, hoy lo voy a ir a ver, así que cuando vuelvo te cuento que onda.

María estaba supercontenta y aliviada ya. Su búsqueda había terminado, había conseguido departamento.

Ahí estaba en la entrada del New Tower, así se llamaba el edificio. La saludo en la recepción un hombre muy amable, llamado Fabián, el portero del lugar, que le hablaba mientras subían al departamento

-Acá es todo tranquilo, lo único que te recomiendo es que tengas cuidado con la de frente al tuyo. Ángeles, la excéntrica escritora del C, la gente con plata es así, es una señora rara que tuvo problemas con varios vecinos, viste…

Al mismo tiempo de que Fabián decía eso, llegaban al noveno piso y María vio la puerta del C abierta solo un poco. Donde se dejaba ver una anciana, con aspecto de cansada y expresión de enojo en el rostro, como si estuviera viendo al demonio mismo en la entrada del A.

-Hola… —Dijo María sin pensarlo.

La puerta se cerró con un estruendo que hizo saltar a Fabián.

–Te dije… esa es Ángeles.

María lo dejo pasar sin más, aunque eso le quedo resonando. Escuchaba siempre ruidos algo extraños de parte de su vecina, y lo raro empezó el martes.

Al levantarse temprano, para ir a entrenar, bajo apurada, ya que iba tarde como era habitual, y se dio cuenta de que se había olvidado la botella, al subir se encontró con Ángeles en la entrada de su departamento.

-Ah hola… ¿Buscaba algo? —Dijo María sorprendida y asustada.

La anciana la miro y se asombró, evidentemente no esperaba que volviera tan pronto, pero dejó tras de sí un débil —Hola— al volver rápido a su entrada y perderse en un portazo.

María, a la vez de sentirse bien con esa interacción, se sintió con miedo, ¿Qué hacía la señora ahí?

Su día continuo normal, al volver de su trabajo por la noche, se dio cuenta de que las boletas en la puerta de su departamento no se encontraban como las demás, acomodadas prolijamente en el buzón, se hallaban tiradas y por lo que vio una estaba abierta, miro para atrás casi automáticamente, viendo la gran puerta blanca del C.

–¿Habrá sido ella?

La primera señal de alarma ocurrió el jueves, Johana, su mejor amiga, venía a tomar unos mates y conocer el departamento. La dejo entrar el portero, así que María le pidió que vaya subiendo, ella le abría arriba.

Escucho unas pisadas en el vestíbulo, miro por la mirilla esperando encontrar a Johana del otro lado. No pudo evitar soltar un grito al ver que quien estaba detrás de la puerta era la anciana tratando de mirar desde fuera por la misma mirilla, se retrocedió…

-Esta vieja loca ¿Qué hace…?

La paciencia de María se agotó, abrió la puerta, la anciana ya no estaba y vio a Johana subiendo.

–Ey ¿Qué pasa? –Le dijo, dándose cuenta del estado de furia de su amiga.

-Es lo que te Conté Joha ya me está dando miedo.

María habló con Johana y llamaron a la policía para que mínimo le haga unas preguntas o algo porque estaba ya invadiendo su privacidad.

Walter el oficial que vino se acercó a conversar con las chicas luego de estar un rato en el noveno C y hablar también con Fabián.

-Chicas me parece que se están equivocando, no hay nada raro con la señora, traten de no llamar por estas cosas porque estamos saturados de llamados que de verdad representan un peligro para los que llaman…

María sentía ya miedo y se encontraba incómoda, siempre que bajaba veía como Ángeles la estaba espiando por su ventana, lo mismo cuando llegaba, nunca se la cruzaba para poder encararla y preguntarle.

El sábado, al otra vez verla hurgando por la mirilla, se cansó y fue a golpear su puerta.

—¡Señora! ¡Ábrame señora! -Golpeaba fuerte, estaba enojada.

La anciana abrió, y tras ella salió un caniche color caramelo, era más bajita de lo que había pensado, la observaba como quien mira una montaña.

—¿Si…? — Dijo con una voz superdébil.

—¡Basta señora! ¿Se piensa que soy boluda? ¿Qué es lo que quiere conmigo? Me doy cuenta de que me está espiando, ¿Qué le pasa? Déjeme vivir tranquila, no sé qué le dijo al policía, pero ya me conto el encargado que usted tuvo problemas con los demás vecinos y a mí no me va a seguir jodiendo la vida eh.

Sorprendentemente la mujer no respondía nada, seguía observando con mucha atención a María, como si no se quisiera perder ni un solo detalle del rostro de la joven. A la vez se escuchaban las pisadas de Fabián que corría desde la terraza al oír los gritos.

—Contésteme, ¡dígame algo! No se haga la mosquita muerta señora ¿Qué quiere conmigo? ¿Tengo que volver a llamar a la policía? -María llegó a ver que los ojos de Ángeles se humedecían levemente antes de la intervención de Fabián.

—Vamos, déjala María, ya está por favor… y usted… —Dijo mirando a la anciana con desprecio —Deje de molestar a la pobre chica, ya sabemos cómo es eh.

Ángeles cerro su puerta tan fuerte que pareció que se iba a caer

—Marí tranquila, cualquier cosa me llamas a mí, no hagas más eso. Y si yo no te atiendo, acudís a la policía y listo.

Y eso hizo el domingo, había escuchado otra vez ruidos en el Hall y cansada le pregunto a su amiga Johana que hacer, la cual le dijo que iba a ir hacia allá para contenerla , y que llame a la policía de ser necesario.

Y ahí estaba aún con el celular en la mano y con Walter estupefacto con la situación, Ángeles, la anciana hostigadora, tirada en el piso de la sala de estar de su departamento a oscuras, con un cuaderno y una birome, sin signos vitales. Walter corrió a asistirla, sin reparar en aquella nota que maría había visto.

—¡Una ambulancia llama a una ambulancia!- le gritaba Walter haciéndole RCP.

—Si, si, ya voy —Dijo María atónita.

Tardaron diez minutos en venir y cuando la estaban trasladando María se sentó en el piso del hall completamente sola.

—Quédate acá— Le dijo Walter, ya vuelvo.

María estaba en shock y en medio de ese trance de confusión vio volarse la hoja del cuaderno, que cayó entre sus rodillas. Se le había olvidado por completo, la tomo y la leyó con prisa.


A TODOS LOS VECINOS DEL NEW TOWER DE ANGELES DE LA ROSA

Se que esta carta es en vano , me sentí mal todo el día, ya no me encuentro bien, nadie me saluda lo sé, nadie me registra, todos creen que estoy loca, sé que es por Fabián, le lleno la cabeza a todos los del edificio y fue María, fue María la que corto esta terquedad de resignarme a que las cosas sean así.

Es igual, igual a mi difunta hija Julieta, a la cual no paso un solo día sin extrañar, cuando la veo entrar, cuando la veo salir, la veo a ella, y no sé cómo decirlo sin quedar como una loca, la veo de frente y quedo en shock.

Creo que ya me odia y es mi culpa. Sé que Fabián le debe haber llenado la cabeza para que me tenga miedo, me grito, y aunque le explique al policía, parece que le dijo otra cosa. Además de insinuarme que no me le acerque o me iba a arrepentir, eso no está bien viniendo de la autoridad… , Voy a cambiar esto, voy a hablar con ella si me recupero de este mal estar que me agarre esta semana, desde que tome ese nuevo bidón de agua que esta vez no me trajo Rodolfo de AguasBim, sino que me lo subió Fabián.

Me siento cada vez peor, todas mis posesiones, si es que no salgo de este mal estar, son para vos María, pero encárgate de que se sepa la verdad. Fabián no es el portero que dice ser… y ahí es donde vos Tenes que actua


Y se observaba un rayón de tinta que se desvanecía.

María se levantó de golpe con la carta entre las manos, viendo la entrada de su departamento de frente, reparo en el bidón nuevo, que casualmente Fabián también le había entregado a ella.

—Fabián y Walter están arreglados por la plata de Ángeles. Ahora me querían callar a mí, Son… ellos son cómplices, por eso estaban todo el tiempo en el medio- Miro por el ventanal, la ambulancia se iba junto con el móvil policial de Walter.

—Que terrible —Se escucho decir a lo lejos a Fabián —Pobre señora, se notaba que estaba mal ya… ,Ey Mari, ¿Qué es eso?— El portero palideció al ver la carta que la joven cargaba en las manos.

—¡Sorete! Ustedes le hicieron esto, no se va a quedar así, ¡NO SE VA A QUEDAR ASÍ!, ¿ME ESCUCHASTE?

—¿Y QUÉ VAS A HACER AL RESPECTO?, pendeja metida, vas a morir igual que ella— Fabián saco un revolver del pantalón cargo— A partir de hoy, este edificio va a tener dos ángeles…

La joven cerro los ojos, y escucho el estruendo, pero no de un disparo, sino de un jarrón roto.

Abrió los ojos, Fabián en el piso inconsciente, y Johana detrás, sorprendida por lo que ella misma acababa de hacer, había salvado a su amiga.

—Yo sabía— Le dijo mirando a María.

—Tendría que haberme dado cuenta Joha, era todo una farsa de estos dos.

—¿Y ahora Mari?

María bajo la vista, observo la carta, y sonrió, se dio vuelta hacia su entrada.

—¿Ves esa luz en la mirilla Joha? Es una cámara que puse por si pasaba algo. Y paso. Esa grabación y esta nota, son la verdad de mi vecina y a partir de ahora, la nuestra. Vamos a hacer justicia. Por Ángeles…


María es una joven común y corriente, después de meses de búsqueda encontró, al fin, un nuevo departamento al que mudarse, en el gran edificio New Tower.

Pero esa felicidad dura poco, ya que comienza a notar actitudes cada vez más raras de su vecina, la excéntrica escritora del noveno C, Ángeles De la Rosa.

Les presento “Ángeles del New Tower”👵🏦

Esta historia de suspenso deriva, como no, de otro día más en el taller de escritura, en donde nos propusieron el jugar con la cronología del relato, comenzando con un punto clave y desencadenante de la historia, para luego volver hacia atrás y recapitular hechos pasados antes del clímax final

Esto es “Ángeles del New Tower”, ¡Y espero que lo disfruten tanto como yo al escribirlo!


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