«Amorina»: Mucho más que un cine en San Telmo

«¿Qué se puede hacer salvo ver películas?», que aparece en el segundo disco de La Máquina de Hacer Pájaros (1977), quedó grabada en la memoria de los fans de Charly, pero especialmente en la de los cinéfilos, para quienes el cine es mucho más que una forma de entretenimiento. El cine es un refugio, un espacio seguro donde todo es posible. Esa frase, tan representativa, resuena aún más hoy, en una época en la que la democratización de contenido a través de internet nos ofrece casi todos nuestros contenidos favoritos al alcance de un clic.

En este escenario, aparece una sala en el barrio de San Telmo que apuesta a la recuperación del cine como lugar. En esta oportunidad, hablamos con Gianni Rolón, director del proyecto Amorina, que incluye una sala de proyecciones, actividades y restauraciones de películas.

¿Qué es Amorina?

– Amorina es un grupo de amigos a quienes nos gusta el cine. Nos conocimos así, hablando de cine en internet. Nos interesa la política y somos gente que vive a través de eso, que todo el tiempo está intentando darle épica a las cosas para poder vivir. Dijimos: “Bueno, vamos a hacer un cine porque somos cinéfilos, pero pasemos películas argentinas, porque la gente no ve cine argentino y es muy triste”. Entonces dijimos: “Bueno, hagamos dobles funciones para poder venderlas, porque queremos que sea sustentable en sí mismo, y de esa manera demostrar que se puede hacer”. En Twitter nos llamamos «Amorina Club», pero ese es un poco el concepto, y por eso podemos hacer distintas cosas, como las fiestas, por ejemplo.  

-¿Cómo surge la idea de empezar a proyectar películas, y películas argentinas principalmente?

-Nos habíamos juntado en mi casa con este grupo de amigos a tomar mate. Yo tenía la nota de un lugar que conocía, que había abierto en Recoleta y tenía una salita, pero no sabía si quería hacer algo con eso. Y ahí nos pusimos en marcha. Es interesante porque el nombre y la idea general de la marca surgieron en la primera semana. El lugar era “Café con Perón”, y primero todos decíamos: “Pasar las películas que uno quiere pasar”, pero ahí dijimos que, al ser un lugar que es casi un museo, histórico y súper argentino, había que darle una justificación. El problema es que el público no va a ver las películas argentinas, van menos, y las nuevas ofertas de centros culturales y cineclubes no van por ese lado; se alejan bastante del cine argentino, excepto para pasar éxitos locales como «Medianeras« o «Los Paranoicos», ese tipo de hits infalibles. Entonces, ahí aparece la idea de la doble función, que básicamente es hacer un descuento al que más películas vea, y no al que viene con alguien, lo que lo convierte en un descuento indirecto para ver cine argentino, y le das un valor agregado al pensar las dos películas sin caer en un cine-debate. Porque, como programador, estás pensando en una película porque vas a ponerle otra al lado, y cuando pones dos películas en la misma programación, está buenísimo. Siempre buscamos que la sala esté llena. 

-¿Cómo hacen para llegar a ese equilibrio entre dos películas que compartan un punto, y no caer en pasar solo las películas que a uno le gustan y que quede ahí?

-Al principio era todo caos, 20 personas pasando nombres, y después lo ordenamos diciendo las películas que queríamos pasar en el año. Y ahí pondera la idea de hacer una buena doble función, que para mí tiene un valor muy grande. Por ejemplo, «Duck You, Sucker» de Sergio Leone, que es de un terrorista que pone bombas, y esa la pasamos con «Tiempo de revancha» de Aristarain. Ya tienen puntos en común, y cada uno le encuentra el sentido como puede. Algunos creen que la doble función puede ir por actores o directores, pero siempre es mejor que sea por el tema. Una muy buena que hicimos fue «Historia de lo oculto» con «Videodrome», y así salen cosas buenísimas, que dan ganas de verlas y que funcionan porque ya vamos para los tres años.


-¿Creés que lo que hacen ustedes funciona por la personalidad que le dan a la programación?

-Sí, y la atención a los detalles también, pensando en cómo hacer para que la gente vuelva a ver más películas, que es un poco lo que piensa toda cadena de cine. Y es muy triste, porque hay tanta gente, con tanta plata, con tantos cines, y a nadie se le ocurre nada. Compran la película a la distribuidora, la pasan, y ahí queda. Si la película es grande, tiene publicidad en la calle, y si es chica no tiene publicidad, y toman como que la gente no quiere verla. A veces pensás en algo pensando que es inteligente y está bueno, y capaz que la gente no lo percibe de esa manera. Pero lo que llega es que vos te tomaste el tiempo de pensar eso, y que hay gente esforzándose para que eso suceda. También le damos bola a lo estético, como la música que nos gusta, lo superficial, pero que también sostiene las cosas.  

-¿Cómo ves la comunidad que se creó alrededor de lo que hacen?

– Es una comunidad muy joven, no tan del palo de estudiantes de cine, sino cinéfilos casuales, gente que está descubriendo el cine clásico. También creo que Amorina funciona porque hoy en día tenemos el cerebro tan “hecho mierda” con esto de ver videos en el celular, que la gente no aguanta sentarse a ver una película, de una hora y media inclusive. Entonces, creo que ahí Amorina cumple esa función, recuperando el cine como lugar.

-Hablando del cine como lugar, Buenos Aires supo ser un foco muy fuerte de la cinefilia en los 80 y 90, con esas fotos de Lavalle explotada de salas de cine, algo que hoy en día está lejos, con los complejos multipantalla que dominan el sector. Eso desapareció, y ustedes, de alguna manera, apuestan a ese modelo, ¿tal vez?

– Sí, olvidate. Yo creo que conjugamos bastante bien el espíritu capitalista con eso que hablás, porque todo bien con hacerlo, pero hay que ganar también. Veo muchos estudios de mercado hablando sobre por qué cierran los cines, diciendo que la gente se queda en su casa mirando en streaming. Yo no creo que el cine ya no sea negocio, al contrario, vendiendo el producto generas un deseo del producto. Había un artículo del CONICET donde explicaba que, si ponés entradas más baratas para las películas argentinas, tu cerebro va a pensar que la extranjera, que es más cara, es la de mejor calidad, cuando en realidad no es así. Y también por eso va menos gente a verlas. Ahora nos atacaron en Twitter con eso, sin entender el punto que quisimos explicar.


-Algo que me llamó mucho la atención de lo que hacen ustedes son las restauraciones de películas que tienen en su canal de YouTube. ¿Cómo es el proceso que llevan adelante para restaurarlas? 

Tengo que aclarar, por motivos éticos, que no es una restauración, porque eso implicaría el escaneo de un negativo de un film, la eliminación del envejecimiento de un material físico, etc. Eso no lo hacemos porque no tenemos los recursos, ya que es carísimo. Pero eso nace con la idea de pasar muchas películas argentinas. El problema era que, si en la doble función yo te mostraba una película americana que se ve y se escucha perfecto, y cuando termina te muestro una nacional que se ve en mala calidad y se escucha feo, inconscientemente te vas a quedar con la comparación. Para hacer esto, en general, uno ve las versiones en DVD rip, con una resolución mala, que ya tiene 20 años. Es un proceso para aumentar la resolución 100% con software, usando FFmpeg. Después aparecieron las herramientas con inteligencia artificial, y en enero, cuando estábamos de vacaciones, para que no muera el algoritmo, empecé a subirlas al canal de YouTube. Por ejemplo, de un DVD de «Los Paranoicos» (Gabriel Medina, 2008), logré un 4K, y me di cuenta de que, si estaba en 4K, la gente le daba mucho más valor y tenía muchas más ganas de verla. En el caso de «Tiempo de revancha», se veía bastante bien, pero había tomas que no estaban empatadas en continuidad de espacio de color, así que había que tratar de buscar algo para que no saltara tanto a la vista ese problema. Después me engolosiné y hice más como “una versión de Amorina”, que se la mostré a Aristarain…

-¿Y le gustó? ¿Qué opinión tuvo? 

-Me cagó un poco a pedos (risas), pero bien. De hecho, el sábado vino y hicimos una entrevista. Yo le dije si quería pasar una restauración hecha en 4K o la del DVD remasterizada por mí, y él me dijo: “No, no, pasa la del DVD, porque la del 4K tiene el color horrible”. Y ese fue el punto inicial por el que la remasterice. Una de las razones por las que me criticaron fue porque yo había publicado un video comparando las dos versiones. Pero por eso me gratifica saber que el autor me dice que el color de la versión que estaba no era el correcto. 


-¿Qué esperan para Amorina en el próximo año?

Estaría bueno meterle a la producción. En diciembre vamos a hacer un festival de cine con cortos y charlas, que terminará con la fiesta y el lanzamiento de la revista. Me gustaría que se pueda estabilizar e imponer un mercado de Blu-rays, que es lo más difícil del mundo. Después, uno tiene sus ideas, como hacer un festival que sea un evento en sí mismo, pero puede salir para cualquier lado.

La idea de darle epica a un cine es algo que a los cinefilos nos mueve, mucho mas en tiempos donde la desolacion contra el septimo arte avanza cada vez mas, donde en la Argentina no hay una cinemateca para resguardar esas peliculas que marcaron la historia cinematografica de nuestro pais. Pueden ser parte de esta epica aquellos que lo deseen todos los dias Sabado por la tarde, en Piedras 722 San telmo, la programacion se publica en su Instagram @amorinacinebar a comienzo de cada mes junto al resto de actividades que se llevan a cabo y ahi pueden ser parte de una cruzada de amor por el cine.


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